Un llamado urgente para proteger los ecosistemas estratégicos del Chocó biogeográfico y la Amazonía marcó la agenda de un panel internacional que reunió a alcaldes, académicos y expertos en sostenibilidad. La discusión giró en torno a cómo estas regiones, consideradas reservas mundiales de vida, enfrentan hoy amenazas directas por la expansión descontrolada de actividades humanas y la falta de políticas coordinadas de preservación.
Biodiversidad y economías sostenibles
La biodiversidad de estos territorios no solo es vital para el equilibrio climático del planeta, también representa una oportunidad para transformar las economías locales. Los participantes coincidieron en que es urgente cambiar el modelo extractivista —basado en la explotación de madera, petróleo o caucho— hacia economías circulares, apoyadas en actividades legales como el turismo ecológico, el turismo deportivo y cadenas productivas que beneficien directamente a las comunidades.
Además, resaltaron la necesidad de datos concretos para tomar mejores decisiones económicas y ambientales. Sin información precisa, gobiernos y organismos internacionales difícilmente podrán fijar prioridades que frenen la degradación de ecosistemas que albergan una riqueza natural sin precedentes.
Biodiversidad y cooperación regional
Uno de los puntos clave fue la cooperación entre ciudades de distintos países que comparten los mismos retos ambientales. La unión de municipios en redes de conservación ya muestra avances, especialmente en el caso del Chocó biogeográfico, donde alcaldías y organizaciones civiles han empezado a trabajar en conjunto para enfrentar los impactos de sequías, incendios e inundaciones.
Los especialistas enfatizaron que la protección de la biodiversidad no puede depender únicamente de políticas nacionales aisladas. Problemas como la minería ilegal, el tráfico de fauna y la migración irregular son comunes a toda la región y exigen respuestas conjuntas que trasciendan fronteras.
Un patrimonio en juego
Tanto el Chocó como la Amazonía son considerados pulmones del mundo y patrimonio natural de la humanidad. Sin embargo, las visiones de desarrollo no planificado ponen en riesgo este legado. Frente a ello, el panel planteó la urgencia de reforzar la educación ambiental, empoderar a los gobiernos locales y aprovechar los servicios ecosistémicos como base para generar empleo, innovación y bienestar social.
En conclusión, los líderes reunidos dejaron claro que el futuro de estos ecosistemas estratégicos dependerá de la capacidad de los países para articularse, compartir información y actuar de manera colectiva. La biodiversidad ya no es solo un tema ambiental: es también una oportunidad económica, cultural y social que definirá el destino de millones de personas en América Latina.
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