La cultura se ha convertido en el puente más sólido entre Colombia y Miami, y buena parte de ese trabajo lleva el sello de la diplomática barranquillera Mónica Trujillo, quien ha transformado el Consulado colombiano en Florida en un epicentro de integración, arte y comunidad. Tanto así, que el condado de Miami-Dade le otorgó un día oficial en su honor: cada 24 de octubre.
Cultura que conecta comunidades
Desde sus primeros pasos en la oficina de visas en 1994 hasta su actual rol en la Misión Diplomática Encargada de Visas y Asuntos Culturales, Trujillo apostó por un enfoque distinto: convertir el Consulado en un espacio vivo. Así nacieron iniciativas como las Ferias de Servicios, donde los trámites se mezclan con encuentros sociales, y la “Noche de Galerías”, un escaparate artístico para pintores y escultores bajo la luna de Miami.
La cultura también se expandió a través de eventos masivos: el Carnaval de Barranquilla en Miami, la proyección de la película Colombia Magia Salvaje, la llegada del buque Gloria, festivales gastronómicos, ferias artesanales y presentaciones de ballet. Cada actividad reforzó la identidad colombiana en la diáspora, mostrando que las tradiciones viajan y florecen lejos de casa.
Cultura en tiempos de solidaridad
Pero la huella de Trujillo no solo se mide en celebraciones. Cuando Colombia enfrentó tragedias como el terremoto en Armenia o la emergencia en Mocoa, el Consulado bajo su gestión coordinó campañas de ayuda y recaudación de fondos. También lideró proyectos de apoyo a miembros de la Policía Nacional, entregando sillas de ruedas a héroes caídos en combate.
La diplomática extendió la mano a quienes más lo necesitaban en Miami, con jornadas de Thanksgiving junto a los Kiwanis para entregar pavos a familias vulnerables, y apoyó actividades navideñas que fortalecieron el sentido de comunidad. Además, impulsó el vínculo académico al acompañar la llegada de la Universidad de la Costa al condado y celebrar los 50 años de la Florida International University (FIU).
Mónica Trujillo no solo ha sido pieza clave en la diplomacia cultural, sino también en la construcción de un puente emocional entre dos países. Con su labor, convirtió el Consulado en un espacio que trasciende lo administrativo para convertirse en una plataforma de encuentro, memoria y solidaridad. Y su visión va más allá: planea seguir apoyando a los colombianos en el exterior a través de su propia fundación.
Su trayectoria demuestra que la cultura es mucho más que entretenimiento: es identidad, es comunidad y es, sobre todo, el lenguaje que mantiene vivas las raíces, incluso a miles de kilómetros de distancia.
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