Semillas que Despiertan Conciencia.

El municipio de Florida, en el Valle del Cauca, se convirtió este fin de semana en el epicentro de una celebración que mezcló pedagogía, tradición y naturaleza: el Despertar de las Semillas. Este evento, impulsado por la Institución Departamental de Educación Básica, Indígena y Comunitaria (IDEBIC) y respaldado por la Gobernación del Valle del Cauca, reunió a comunidades nativas, estudiantes y docentes en torno a un propósito común: valorar las semillas como símbolo de soberanía alimentaria y salud comunitaria.

Semillas que preservan la vida

Más allá de ser un acto cultural, la jornada se enfocó en sembrar conciencia en niños y jóvenes sobre la importancia de proteger las semillas nativas. En un mundo donde la producción industrial amenaza la diversidad agrícola, este tipo de iniciativas buscan rescatar la tradición del trueque, fortaleciendo así la autonomía alimentaria de las comunidades indígenas.

  

La actividad, que tuvo lugar en un ambiente festivo de danzas, música y reflexión, sirvió como recordatorio de que la preservación de las semillas no es solo un asunto de agricultura, sino también de identidad cultural y salud pública. “Si hay semillas, hay alimentación; y si hay buena alimentación, hay salud”, fue la premisa que guio la jornada, en la que también se compartieron experiencias educativas entre instituciones del territorio.

Semillas como legado cultural

El Despertar de las Semillas no se quedó únicamente en la reflexión pedagógica. También fue un espacio de encuentro entre generaciones, donde los saberes ancestrales se enlazaron con las nuevas miradas juveniles. Con el trueque de semillas, las comunidades fortalecieron la diversidad de sus cultivos, garantizando que especies autóctonas no desaparezcan frente a la estandarización de la agricultura global.

La Gobernación del Valle del Cauca acompañó la iniciativa, reafirmando su apoyo a la promoción de las tradiciones indígenas del departamento. De esta manera, el evento se consolidó como una muestra de cómo la educación intercultural puede convertirse en un motor de cambio, vinculando la defensa del medioambiente con la práctica pedagógica.

El mensaje final de la jornada fue claro: cuidar las semillas es cuidar la vida misma. En cada grano, hay una historia de resistencia, un vínculo con la tierra y un futuro posible para las comunidades.

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