Comida del Pacífico Conquista el Petronio.

El arranque del XXIX Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez tuvo un sabor especial. Este 13 de agosto, Cali no solo escuchó marimbas y tambores: la comida del Pacífico conquistó los sentidos de todos los asistentes. El homenaje a Maura de Caldas, la mujer que cambió para siempre la identidad del festival, convirtió la apertura en una verdadera fiesta gastronómica y cultural.

La Tarima Viva fue renombrada en honor a Maura, quien falleció en julio, dejando una herencia culinaria imposible de olvidar. Su legado rompió esquemas, en una época en la que el Petronio solo celebraba la música, ella encendió fogones y puso la tradición culinaria en el centro de la celebración.

Comida del Pacífico: de receta familiar a símbolo cultural

Al inicio, el Petronio era un evento pensado exclusivamente para mostrar el talento musical del litoral. Sin embargo, Maura demostró que la gastronomía también es una expresión artística y cultural. Con encocados, aborrajados y arrechón, convirtió los sabores ancestrales en embajadores del Pacífico, logrando que visitantes de todo el país viajaran a Cali para saborear sus platos.

Comida del Pacífico Conquista el Petronio.
Comida del Pacífico Conquista el Petronio.

Su propuesta no solo alimentó cuerpos, sino que fortaleció el sentido de identidad y pertenencia, posicionando la comida del Pacífico como un atractivo turístico y cultural tan importante como los ritmos afrocolombianos que llenan de vida el festival.

Comida del Pacífico como herencia caleña

El tributo a Maura fue más que un acto conmemorativo. Entre anécdotas, risas y aromas, los asistentes recordaron a una mujer de carácter firme y corazón generoso, capaz de transformar cualquier reunión en un banquete. Su trabajo fue fundamental para que Cali abrazara con orgullo su herencia afrodescendiente y la mostrara sin reservas al resto del mundo.

Hoy, el Petronio Álvarez es un puente entre generaciones, donde las notas del currulao se mezclan con el olor a pescado frito y coco. Lo que alguna vez fue un festival exclusivamente musical es ahora una vitrina integral de la cultura afrocolombiana, donde la comida del Pacífico se sienta en primera fila junto a los sonidos del litoral.

Maura de Caldas no solo dejó recetas, dejó identidad. Su sazón sigue vivo, y cada plato preparado en su memoria reafirma que la cultura entra tanto por los oídos como por el paladar.

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