El calor se ha convertido en el gran protagonista de nuestra década. El planeta está gritando con fuerza lo que muchos aún se resisten a escuchar: estamos frente a un punto de inflexión climático sin precedentes. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el 2025 podría posicionarse entre los tres años más cálidos de los últimos 176 años, un dato que confirma que la crisis ambiental ya no es un escenario futuro, sino una realidad inmediata.
El incremento sostenido de la temperatura global está impulsado por niveles históricos de gases de efecto invernadero, y los datos preliminares no dejan lugar a dudas. Entre enero y agosto de este año, la temperatura media mundial superó en 1,42°C los niveles de la era preindustrial, lo que representa un aumento de 0,12°C respecto al año anterior. En términos simples: el planeta está más caliente que nunca, y las consecuencias ya se sienten en todos los rincones del mundo.
Calor que rompe récords: océanos al límite y hielo en retroceso
El calor no solo se mide en la superficie terrestre. Los océanos, grandes reguladores del clima, están absorbiendo la mayor parte de la energía atrapada por el exceso de dióxido de carbono (CO₂), metano y óxido nitroso. El resultado es devastador: olas de calor marinas que causan pérdida de oxígeno, blanqueamiento de corales y alteraciones profundas en los ecosistemas marinos.
La OMM confirmó que el contenido térmico de los océanos ha roto sus propios récords en 2025, lo que agrava el deshielo polar. En el Ártico, el hielo marino alcanzó su mínima extensión invernal desde que existen registros satelitales, mientras que en la Antártida los valores también cayeron muy por debajo de la media. La pérdida de masa glaciar continúa por tercer año consecutivo y el nivel del mar sigue aumentando a un ritmo el doble de rápido que en los años noventa.
Estos fenómenos no son simples estadísticas: son señales claras de que el planeta está en sobrecarga térmica. El calor acumulado en los océanos y el deshielo polar representan una advertencia contundente sobre la fragilidad del equilibrio climático global.

Calor extremo y COP30: la última oportunidad para actuar
El calor extremo ha desencadenado desastres naturales en todo el mundo: ciclones más potentes, incendios forestales incontrolables y olas de calor que baten récords de mortalidad. Las inundaciones en Asia y África han dejado millones de afectados, evidenciando una inestabilidad climática sin precedentes.
Este panorama será el contexto inevitable de la próxima COP30 en Belém, donde los líderes globales deberán asumir compromisos concretos y urgentes. A pesar de la gravedad, la OMM señala que aún hay espacio para la adaptación: los sistemas de alerta temprana hoy alcanzan a 119 países, el doble que en 2015. Sin embargo, el 40% del planeta sigue sin acceso a estos mecanismos vitales.
La advertencia es clara: la ventana para mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5°C se está cerrando rápidamente. El calor que vivimos hoy es la factura del pasado; la acción inmediata es la única inversión posible para el futuro.
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