El bronceado y sus riesgos
El bronceado sigue siendo una práctica popular, pero su impacto en la piel es más serio de lo que muchos creen. Aunque lograr ese tono dorado puede parecer atractivo, la realidad es que cada exposición al sol genera daño celular. La piel no se broncea porque esté más fuerte o protegida, sino porque ya ha sufrido daños por radiación ultravioleta (UV).
Las radiaciones UV se dividen en tres tipos: UVA, UVB y UVC. Los rayos UVB son responsables de las quemaduras solares, mientras que los UVA penetran más profundamente en la piel, acelerando el envejecimiento y causando manchas. Ambas radiaciones pueden generar arrugas prematuras y aumentar el riesgo de cáncer de piel.
Si bien algunas personas solo se broncean ocasionalmente, como en vacaciones, los dermatólogos advierten que cualquier exposición sin protección puede ser perjudicial.
Bronceado artificial: ¿vale la pena el riesgo?
Para quienes buscan un tono dorado sin pasar horas bajo el sol, existen alternativas artificiales como las camas bronceadoras y los aceites bronceadores. Sin embargo, estos métodos no son más seguros.
Las cámaras bronceadoras emiten altos niveles de radiación UVA y UVB, lo que ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a desaconsejar su uso. De hecho, países como Francia, España e Italia han prohibido o restringido estas prácticas debido a sus efectos adversos en la piel.
Por otro lado, los aceites bronceadores pueden intensificar la acción de los rayos solares sin proporcionar una barrera efectiva contra el daño UV, aumentando el riesgo de envejecimiento prematuro y cáncer de piel.
La opción más segura dentro de los métodos artificiales son las cremas autobronceadoras, ya que no dependen de la exposición a los rayos UV. Estas cremas depositan pigmentos en la piel, generando un tono dorado sin causar daño celular.
El bloqueador solar: Tu mejor aliado
Si realmente quieres cuidar tu piel, el uso de protector solar es fundamental. Optar por un bloqueador con un Factor de Protección Solar (FPS) de 30 o más es clave para evitar el daño solar. La aplicación correcta es igual de importante: para el rostro, se recomienda una cantidad equivalente a la longitud de dos dedos completos, y para el cuello, aproximadamente una cucharadita.
Además, es vital reaplicar el protector solar cada cuatro horas en actividades cotidianas y cada dos horas si hay exposición prolongada al sol. También se recomienda:
- Limitar la exposición directa al sol, especialmente al mediodía.
- Usar ropa protectora y sombreros para cubrir la cara, orejas y cuello.
- Optar por gafas de sol con protección UVA y UVB del 99 % al 100 %.
El bronceado puede parecer atractivo en el momento, pero sus consecuencias pueden ser irreversibles. La clave está en protegerse y optar por métodos seguros que no comprometan la salud de la piel.
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Coordinador General y Productor Principal de El Valluno Medios, figura clave en el Ecosistema Digital. Su liderazgo se extiende al periodismo, destacándose como conductor de algunos contenidos.