La anemia en bebés: señales de alerta
La anemia en bebés es una condición más común de lo que muchos piensan, pero a menudo pasa desapercibida. Los síntomas iniciales, como la fatiga, la palidez y la falta de apetito, son fácilmente confundidos con otros problemas menores, lo que puede retrasar el diagnóstico. Sin embargo, esta deficiencia de hierro o de otros nutrientes esenciales puede afectar gravemente el desarrollo físico, cognitivo y emocional de los pequeños.
Según Fabián Guevara, Médico Pediatra y Director Científico de Versania Primera Infancia, la anemia es especialmente frecuente en los primeros años de vida debido a las altas demandas de nutrientes durante el rápido crecimiento del bebé. “El hierro es crucial para la formación de hemoglobina, la proteína que transporta oxígeno en la sangre. Su deficiencia puede impactar el desarrollo de los niños”, explica Guevara.
Causas y factores de riesgo de la anemia en bebés
Los bebés están más expuestos a la anemia debido a varias razones, entre ellas:
- Nacimiento prematuro o bajo peso al nacer.
- Consumo temprano de leche de vaca, que carece de la cantidad adecuada de hierro.
- Dieta deficiente en hierro, vitaminas y minerales esenciales.
- Cirugías o accidentes que impliquen pérdida de sangre.
- Antecedentes familiares de anemia, que pueden aumentar el riesgo.
- La clave para evitar complicaciones derivadas de la anemia es la detección temprana. Un hemograma puede identificar la deficiencia, y en algunos casos, se realizan estudios adicionales para conocer la causa exacta de la anemia. Si no se trata, los bebés pueden experimentar falta de crecimiento, cansancio excesivo, dificultades de aprendizaje y sueño profundo.

Prevención: Alimentación y hábitos saludables
La lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses es una de las mejores maneras de prevenir la anemia en los bebés. La leche materna proporciona todos los nutrientes esenciales para un desarrollo óptimo. Después de los seis meses, es crucial incorporar alimentos ricos en hierro a la dieta del bebé para garantizar su bienestar. Algunos de los alimentos recomendados incluyen:
- Proteínas animales: carne de vaca (especialmente vísceras), huevos y pescados.
- Frutas deshidratadas: ciruelas pasas, albaricoques y uvas pasas.
- Legumbres y semillas: almendras, habas, habichuelas y semillas de soya.
- Verduras: brócoli, espinaca, col rizada y espárragos.
- Granos enteros: trigo, avena, arroz integral y mijo.
Además, las infecciones recurrentes y algunos trastornos de salud pueden aumentar el riesgo de anemia, por lo que es fundamental un seguimiento médico regular. Los controles pediátricos constantes permiten detectar cualquier alteración de forma temprana y garantizar un tratamiento adecuado.
Impacto de la anemia no tratada
Si no se trata a tiempo, la anemia puede tener efectos a largo plazo en el desarrollo del bebé, como retrasos en el aprendizaje y debilidad muscular. En casos más severos, la anemia puede afectar permanentemente la salud del niño. Sin embargo, con intervención oportuna y medidas preventivas como una dieta balanceada, se puede asegurar un desarrollo saludable y sin complicaciones para los más pequeños.
La clave está en el cuidado integral de los niños, no solo para protegerlos de enfermedades visibles, sino también para detectar condiciones como la anemia, que pueden tener un impacto profundo si no se abordan a tiempo.
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